Takayama era un destino que nos hacía mucha ilusión y
que teníamos pendiente de nuestro primer viaje. Salimos del Ibis Kyoto Station
con nuestras mochilas y un troley para coger el tren de las 7:42 que, vía
Nagoya, nos llevó a Takayama, donde llegamos unos minutos antes de las 11:00 de
la mañana.
El recorrido en tren es muy bonito a medida que vas
adentrándote en los conocidos como Alpes Japoneses.
Para las dos noches que pernoctaríamos en Takayama,
reservamos habitación en el Oyado Yoshinoya, del que ya teníamos buenas
referencias cuando preparamos nuestro primer viaje. Y fue un acierto total.
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Oyada Yoshinoya |
Hay que tener presente que no es un lujosos ryokan. Se
trata de una pequeña pensión japonesa de 8 habitaciones regentado por una
maravillosa pareja de ancianos, que merece un excelente en todos los aspectos.
Al
llegar te ofrece un mapa de Takayama explicándote lo más interesante que puedes
visitar. Todo esto en una mezcla al 75% de japonés y 25% de inglés.
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OyadoYoshinoya vista desde la habitación |
Si Japón ya es en sí es un país muy limpio, este
establecimiento alcanza la excelencia. A pesar de no ser un establecimiento
nuevo, no encontramos una mancha, polvo ni desorden en ninguna parte.
El desayuno, 100% japonés, fue de los mejores del viaje.
Sorprende su bajo coste (1.000 yenes por persona).
Si además tienes en cuenta que está situado al lado
mismo del centro histórico y a unos 15 minutos andando de la estación, se
convierte en un alojamiento perfecto para visitar la zona.
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Nigiris i Makis de la excelente carne de la zona |
Una vez dejadas las maletas, nos dirigimos a comer en
uno de los muchos restaurantes de que dispone Takayama.
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Hida no Sato |
Por la tarde teníamos previsto visitar Hida no Sato.
Para ello nos dirigimos a la central de autobuses, ubicada al lado de la
estación de tren, para tomar uno que en unos 10 minutos nos llevaría a nuestro
destino.
Se trata de un museo folclórico al aire libre que expone
más de 30 casas tradicionales procedentes de toda la región de Hida y que
fueron trasladadas aquí en 1971. Podremos ver cómo vivía la gente del lugar y
cómo era la vida en esta región de los Alpes japoneses.
Acabada la visita volvimos al centro de Takayama y
realizamos un primer recorrido por su interesante casco histórico. Como
anécdota comentar que la temperatura en un 17 de agosto bajó por la tarde hasta
los 14 grados, lo que nos obligó a ponernos toda las camisetas y el chubasqueo
que llevábamos en nuestro reducido equipaje.
Para el día siguiente teníamos contratada una excursión
para visitar la conocidísima y demasiado turística Shirakawa-go. Por suerte
también visitamos Suganuma, sin apenas
turistas y en un enclave precioso.
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Sagunama |
Nosotros la contratamos ya desde Barcelona con NohiBus y la verdad es que estuvo muy bien. Como siempre en Japón, la guía amabilísima,
flexible y muy competente. Si alguien estaba interesado en quedarse más rato en
Shirakawa-go le ofrecía la posibilidad de volver más tarde en otro autobús.
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Sagunama |
Como hemos comentado, Suganuma, con sus 9 casas de
estilo de estilo gassho-zukuri y declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1.995,
está mucho menos concurrida que Shirakawa-go. Estas casas típicas de la zona
disponen de un tejado triangular hecho de paja y muy inclinado para soportar el
peso de la abundante nieve que cae en esta zona en invierno.
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Shirakawa-go |
Acabada la visita nos dirigimos a la conocida Shirakawa-go
donde comimos en la típica tienda-restaurante que te encuentras en muchos
pueblos japoneses.
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Shirakawa-go |
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