Después de desayunar decidimos recorrer por última vez Sainte-Enimie,
lamentando tener que empezar a emprender el camino de vuelta a casa. Ese día
hicimos la jornada más larga de nuestro viaje, de unas tres horas y media,
hasta nuestro último destino: Collioure. Destacar que durante el primer
tramo del viaje seguimos disfrutando de un paisaje maravilloso, circulando
tranquilamente por unas estrechas carreteras de montaña rodeadas de frondosa
vegetación.
Collioure |
Llegamos a Collioure a primera hora de la tarde. Nos alojamos en el
hotel, Ibis Styles Collioure Port Vendres, y después de darnos un baño en su
pequeña piscina situada en la azotea, descendimos caminando hacia Collioure. No
vale la pena coger el coche (no es nada fácil aparcar), ya que a través de un
agradable, tranquilo y panorámico paseo de unos 20 minutos llegamos al centro
del pueblo.
Es un pueblo muy turístico que nos sorprendió gratamente, superando
las expectativas que teníamos depositadas. Podría ser considerado un pueblo más
de la Costa Brava catalana, sin llegar a la belleza de Cadaqués o Calella de Palafrugell.
Capilla de Sant Vicente en Collioure |
Castillo de Sant Elmo en Collioure |
Lo más destacable desde un punto de vista arquitectónico es la Capilla
de San Vicente, construida junto al mar, así como sus dos fortalezas: el
Castillo Real, situado en el centro mismo del pueblo, y El Fuerte o Castillo de
Sant Elmo, situado en lo alto de una colina y visible desde el centro del
pueblo. Ambas fortalezas fueron reforzadas por el célebre ingeniero militar
Marqués de Vauban en el siglo XVII, personaje conocido por muchos gracias al
magnífico libro Victus escrito por Albert Sanchez Piñol.
Castillo Real en Collioure |
Al día siguiente después de comer emprendimos el camino de regreso a
Barcelona, conservando en nuestra memoria nuestras experiencias de este
interesante y tranquilo recorrido por el Sur de Francia.
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